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ENERGIAS RENOVABLES

HANUSA, hacia un futuro más sostenible

La energía solar se ha consolidado como una de las fuentes de energía renovable más prometedoras y sostenibles en la actualidad.

La industria de la producción de alimentos ha evolucionado significativamente en los últimos años, impulsada por la creciente conciencia de las y los consumidores sobre la importancia de una alimentación saludable y sostenible..

La empresa HANUSA S.A. ha emergido como un actor clave en la producción y comercialización de avellanas en Chile, destacando no sólo por la calidad de sus productos, sino también por su firme compromiso con la sostenibilidad y la innovación.

HANUSA es una empresa dedicada a la producción y comercialización de avellanas de alta calidad, desde el cultivo hasta el procesamiento y distribución, con enfoque en la producción sostenible y la promoción de productos saludables y nutritivos derivados. Su preocupación por el cambio climático y la búsqueda de alternativas energéticas más limpias, fue lo que motivó a HANUSA a demostrar su compromiso con el medio ambiente al implementar una planta fotovoltaica en la región de Los Ríos.

“Siempre hemos creído en las energías  renovables porque es una barbaridad la cantidad de electricidad que se usa para las bombas de riego. Así que decidimos construir una planta fotovoltaica con 462 paneles solares, que producen 266 megavatios anuales”, explicó Nicholas Rohm, Gerente General de HANUSA.

Esta planta fotovoltaica, para tener una idea, genera la electricidad necesaria para suministrar a 100 casas, aproximadamente. “La energía adicional la podemos inyectar a la red pública y se produce una especie de cuenta corriente con la empresa eléctrica, donde nos queda un saldo a favor para poder sacarla en otro lugar o mes, dependiendo de cuando la necesitemos”, comentó Nicholas Rohm.

 

Avellanas sustentables

En 2007 cinco amigos chileno-alemanas decidieron emprender en sustentabilidad, pensando en el futuro. Fue así como conocieron el negocio de las avellanas y les encantó la idea para replicarla en la región de Los Ríos. “Nos gustó producir un alimento sustentable y contribuir a dar un valor compartido. Este año exportamos nuestro primer contenedor, directo a España, y es muy lindo cuando comes un chocolate que se hizo con tus avellanas”, contó el Gerente General de HANUSA.

Buscaron un campo en Gorbea, cerca de Temuco, y plantaron las primeras hectáreas con un plan de producción muy controlado, en cantidad e inversión. “Para plantar avellanas se debe tener una espalda muy grande, porque recién a los 5 años se empieza a producir. Los primeros años son mantención de huertos, pero es muy lindo cuando las plantas empiezan a dar frutos y puedes cosechar”, agregó.

Una plantación de avellanas puede durar hasta 100 años. Durante este tiempo las plantas capturan el carbono del aire y del suelo, transformándolo en matera orgánica.

“Siempre hemos querido trabajar desde las buenas prácticas agrícolas para mejorar la salud del suelo, contribuir a la captación de carbono, mejorar la resiliencia de la biodiversidad y la conservación del agua. Todo eso cuesta, pero lo estamos haciendo felices para nuestros hijos, nietos y la población en general”, destacó Nicholas Rohm, Gerente General de HANUSA.

 

Ejemplo para el sector

 

La energía solar se ha consolidado como una de las fuentes de energía renovable más prometedoras y sostenibles en la actualidad. Por eso la experiencia de HANUSA S.A. ha servido para que otros también se interesen.

“Organizamos un seminario de energías renovables donde hay varias empresas que se dedican a hacer proyectos sustentables y la idea es poder involucrar a más socios, para que se entusiasmen y puedan aplicarlas, pese a que de por si la agricultura implica mucha inversión”, señaló Mónica Oettinger, Presidenta de  Federación Gremial región de Los Ríos.

Mónica nos comentó que SAVAL está haciendo un levantamiento de los temas asociados a la sostenibilidad del sector silvoagropecuario. Por ejemplo, en los campos se elimina mucho plástico y, pese a que algunos pueden ser reutilizados y transformados, hay otros que no tienen la posibilidad de ser reciclados. “Estamos realizando un proyecto de cuantificación y georreferenciación, para establecer donde está la mayor cantidad de estos residuos plásticos y poder darle un buen término, porque hoy terminan arrumados o los agricultores tienen que pagar para que los retiren, sin saber qué hacer después con ellos”, adelantó.

La tarea no es fácil. El plástico de los bolos, que es este tipo aluza que se usa para envolver el forraje, queda con muchos residuos y hay que lavarlos. A eso se suma que no hay lugares que reciclen ese tipo de residuo blandos en la región. “Cada bolo es cerca de tres kilos de plástico y si eso lo multiplicas por la cantidad de animales, es mucho plástico que no está siendo recuperado”, lamentó Mónica Oettinger.

Aunque la inversión inicial en energía solar, en el caso de HANUSA, o de recolección y de reciclaje de plásticos, por parte de los asociados de SAVAL, puede ser considerable, a largo plazo se traduce en beneficios económicos y sociales tangibles para las empresas que se comprometen con un futuro más sostenible.

Esta no sólo es una decisión ambientalmente responsable, sino que también puede mejorar la imagen de la empresa y su reputación en el mercado, aseguró Oettinger, Presidenta de SAVAL F.G.

 

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