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HABLEMOS DE COOPERAR

La dimensión humana de las cooperativas: claves para construir colaboración real

Las cooperativas necesitan más que estructuras: requieren gestionar emociones, liderazgos compartidos y diálogo constante. Gabriel Gallardo nos muestra cómo fortalecer la dimensión humana en el trabajo colectivo.

En un mundo que a menudo prioriza lo individual y el beneficio inmediato, las cooperativas emergen como un modelo organizacional que valora la colaboración, la confianza y el propósito compartido. Pero para que este modelo sea verdaderamente sostenible, es clave considerar la dimensión humana en las cooperativas: esa parte esencial que conecta emociones, relaciones y liderazgo con los resultados colectivos. Sin una gestión consciente de estos aspectos, ni las estructuras más sólidas pueden sostenerse.

En un mundo que a menudo prioriza lo individual y el beneficio inmediato, las cooperativas emergen como un modelo organizacional que valora la colaboración, la confianza y el propósito compartido. Para que realmente funcionen, se necesita más que buenas intenciones o estructuras formales; se requiere una profunda comprensión de la naturaleza humana detrás del trabajo colectivo.

Así lo explica Gabriel Gallardo, psicólogo, psicoanalista y académico de la Universidad Católica, quien ha acompañado a diversas organizaciones en sus procesos de transformación. En el programa «Hablemos de Cooperar», Gallardo resalta que las cooperativas se distinguen por sus valores compartidos y su estructura democrática, donde las personas se unen para el bien común, autogestionando y tomando decisiones colectivas para mejorar su calidad de vida y la de sus comunidades.

Sin embargo, el desafío radica en el entorno cultural actual, que fomenta el éxito individual y la imposición de criterios, debilitando la confianza y dificultando la colaboración. Gallardo subraya que en las organizaciones, al igual que en las personas, hay emociones no resueltas, ansias de poder o miedos que pueden sabotear cualquier iniciativa si no se gestionan adecuadamente. Por ello, enfatiza la importancia de gestionar el aspecto humano con el mismo rigor que se gestionan otros ámbitos como la contabilidad o la administración.

La comunicación, la escucha activa y la humildad son esenciales. Cooperar va más allá de colaborar; implica poner lo propio al servicio del otro con generosidad. Gallardo introduce el concepto de «liderazgo» como un proceso grupal, no centrado en una sola persona, que permite al grupo alinearse con un propósito común, interpretarse mutuamente y contener las emociones de cada miembro.

Estas condiciones para un liderazgo efectivo no surgen espontáneamente; se construyen con acompañamiento profesional y metodologías para facilitar el diálogo, mediar conflictos y mantener la cohesión. Se recomienda a las cooperativas contar con el apoyo de profesionales como trabajadores sociales, psicólogos o facilitadores grupales, para sostener procesos que requieren tiempo y sensibilidad.

Un aspecto crucial, según Gallardo, es vigilar el clima emocional del grupo, más allá de las metas y resultados. Es fundamental preguntarse cómo se sienten los miembros, si se escuchan y si cumplen lo prometido. Reconocer que detrás de cada interacción hay una historia y una emoción, y ayudar a verbalizar lo que se oculta, es vital para el bienestar y la funcionalidad de la organización.

La conversación con Gabriel Gallardo no solo expone los desafíos invisibles de las cooperativas, sino que también ofrece una perspectiva esperanzadora. A pesar de las dificultades actuales para fomentar lo colectivo, su experiencia demuestra que con propósito, escucha y compromiso, es posible construir organizaciones humanas, sostenibles y transformadoras.

«La colaboración no se decreta. Se cultiva. Y para eso necesitamos más que técnicas: necesitamos voluntad, conciencia y un profundo respeto por el otro», concluye Gallardo.