Tierra Fértil, la cooperativa donde las mujeres siembran futuro en Los Muermos
La cooperativa de mujeres rurales en Los Muermos, Tierra Fértil, está transformando el campo chileno desde la asociatividad, la sostenibilidad y el liderazgo femenino. Formada por seis agricultoras, esta organización impulsa un modelo de trabajo colectivo que mejora la producción, la calidad de vida y el futuro del territorio.
En medio de los verdes campos de Los Muermos, Región de Los Lagos, un grupo de seis mujeres campesinas decidió transformar su forma de vivir la tierra. Lo que comenzó como una necesidad de mejorar sus ventas, terminó por convertirse en una experiencia profundamente transformadora. Así nació la cooperativa Tierra Fértil: un proyecto que une trabajo agrícola, empoderamiento femenino, asociatividad y visión de futuro. Su historia demuestra que cuando las mujeres se organizan, la tierra florece con más fuerza.
El año 2020, en plena pandemia, decidieron dar el salto. Se conocían desde antes, todas participaban en un SAT, pero no todas estaban convencidas de avanzar juntas. “Éramos 11 mujeres que trabajábamos de manera más informal, y de esas, seis decidimos formar la cooperativa. Nos ayudó la UNAF, también INDAP, y poco a poco nos fuimos afirmando. Partimos sin ver muchas ganancias, pero con el tiempo fuimos agarrando fuerza. Hoy ya sentimos que hemos avanzado bastante”, relata María Isabel Toledo, presidenta de la cooperativa, quien también destaca la formalización como un paso clave para acceder a proyectos, financiamiento y nuevos mercados.
Cada una produce en su propio terreno, pero trabajan bajo una lógica colectiva. Coordinan semanalmente qué productos están disponibles, reparten encargos y gestionan las entregas. En particular, abastecen a la UNAF con productos como betarraga y acelga, y uno de sus principales hitos ha sido vender a las JUNAEB. “Llegamos a vender hasta 10.000 kilos de betarraga al mes. Eso nunca lo habríamos logrado solas”, afirma con orgullo María.
El trabajo en equipo, sin embargo, no ha estado exento de desafíos. Rosa, secretaria de la cooperativa, recuerda con claridad cómo la organización les permitió avanzar en escala y tecnología: “Mi experiencia ha sido poder vender en volumen gracias a que somos cooperativa. También hemos podido incorporar más herramientas y tecnología. Antes, trabajando cada una sola, era mucho más difícil”.
Una de las herramientas que más las ha ayudado es un sistema de riego inteligente que permite calcular con precisión la cantidad de agua necesaria para sus cultivos, simulando la transpiración de una hoja. “Este sistema lo desarrollamos junto a la Universidad de Los Lagos, como parte de un programa piloto en el que participamos con otras 40 cooperativas del país. Como varias de nosotras tenemos problemas de agua, fue una tremenda ayuda”, cuenta María. El dispositivo envía datos a una app en el celular que les indica cuánto regar. Todo el desarrollo fue pensado para ser de fácil uso. “Nuestros hijos nos ayudan con la tecnología, pero la idea es que podamos manejarnos nosotras mismas”, agrega.
La tecnología ha sido una palanca de desarrollo, pero también lo ha sido el conocimiento. Desde su inicio, las integrantes de Tierra Fértil han participado en múltiples capacitaciones. Gladys, directora de la cooperativa, comenta que “cuando nos iniciamos, la UNAF nos hizo todo el papeleo, pero además nos capacitaron en el rol de cada una. Después, con distintos proyectos, hemos aprendido a hacer abonos orgánicos, fertilizantes, procesar productos. Todo eso nos ha servido mucho para mejorar lo que hacemos”.
Otra de las socias, Edith Bustamante, valora especialmente el impacto que ha tenido la cooperativa en la vida cotidiana de sus familias. “Ha sido súper bueno, tanto la cooperativa como el apoyo de nuestras familias. Hemos crecido en nuestros cultivos, mejorado la calidad de vida, y eso también lo han sentido nuestros hijos. Es un beneficio completo, no solo económico”.
Lucila Gallardo, tesorera, destaca el aumento de visibilidad que han tenido desde que se conformaron formalmente: “Nos reímos porque siempre nos entrevistan, pero seguimos sin lucas. Hemos salido en diarios, en canales de televisión, y eso ha hecho que la gente prefiera más los productos de acá, de la zona. También ha ayudado a que otras mujeres se animen a mostrar lo que hacen”.
Más allá de los productos frescos, Tierra Fértil también ha incursionado en la elaboración de mermeladas y pastas procesadas, gracias a que María cuenta con una sala con resolución sanitaria. Sin embargo, sueñan con operar de manera colectiva en una sala propia, a través de un contenedor equipado con selladora y picadora. El módulo está instalado provisionalmente en el predio de María, pero esperan trasladarlo a un terreno municipal. “Queremos tener una resolución sanitaria propia para la cooperativa, pero con el cambio de administración nos están cobrando mucho por tener el contenedor ahí. Si no logramos bajarlo en dos meses, sacaremos la resolución sanitaria en el mismo lugar donde está ahora”, explica.
Como cooperativa, han aprendido a navegar el mundo contable con acompañamiento. Aunque en la provincia no hay muchos contadores especializados en cooperativas, la UNAF ha sido un socio clave. “El contador de Los Muermos se comunica con la contadora de la UNAF y ella nos va guiando. Hoy ya lo hace todo más rápido, ya se maneja bien con el modelo”, comenta María.
El modelo cooperativo también les ha permitido acceder a financiamiento en mejores condiciones. Con INDAP, por ejemplo, postularon colectivamente a un proyecto de invernaderos donde todas recibieron estructuras idénticas, y quienes no tenían el 20% que no bonificaba el Estado, accedieron a un crédito individual para completar el monto. Con Sercotec también lograron recursos significativos: “Como cooperativa recibimos 18 millones. Cuando postulé individual, solo me aprobaron 8 millones. Es una diferencia grande”, dice María. Esa escala asociativa ha sido clave para invertir en mejoras que, de forma individual, habrían sido inalcanzables.
En paralelo, han fortalecido vínculos personales. Francisca, socia de la cooperativa, lo resume con claridad: “Somos como una familia. Nos extrañamos cuando no nos vemos. El apoyo entre las seis ha sido muy bueno, y eso se fortaleció con la cooperativa. Ya no solo nos conocíamos del SAT, ahora tenemos reuniones, proyectos, decisiones. Estamos más conectadas”.
Las ventas se concentran actualmente en la comuna de Los Muermos, pero aspiran a ampliar su presencia. Ya han enviado productos a Santiago, como mermeladas para tiendas asociadas a la UNAF. Cuentan con una página de Facebook y contacto directo por redes sociales, donde organizan pedidos especiales. Y si bien no han identificado aún beneficios tributarios específicos, están dispuestas a seguir investigando ese camino.
El futuro de Tierra Fértil está lleno de proyectos: más producción, una sala de procesos con resolución sanitaria, mejores canales de venta, y sobre todo, más cooperación. “Yo recomendaría totalmente formar una cooperativa, sobre todo si es con gente que se conoce bien. Hay que conversar mucho, tener una líder que oriente, distribuir roles. Pero si se hace con cariño y responsabilidad, se puede llegar muy lejos”, concluye María Isabel.
En los surcos de sus invernaderos no solo germinan tomates, pepinos y acelgas. También florecen ideas, redes de apoyo, liderazgo femenino y un modelo de desarrollo rural que pone en el centro a la comunidad y al territorio. Desde Los Muermos, estas seis mujeres nos enseñan que cuando se coopera con propósito, lo que crece es mucho más que la cosecha: crece la dignidad, la autonomía y el sueño colectivo de un Chile más justo, verde y solidario.