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Cabo Froward: un Parque Nacional para la esperanza en el último confín de América

CABO FROWARD: LA VISIÓN DE UN PARQUE NACIONAL QUE NACE EN EL ÚLTIMO CONFÍN DE AMÉRICA

El Parque Nacional Cabo Froward será uno de los mayores hitos de conservación en la Patagonia. Con más de 127 mil hectáreas protegidas, busca resguardar al huemul, restaurar ecosistemas únicos y unir a comunidades, Estado y filantropía en torno a la naturaleza.

En el extremo más austral del continente, donde la tierra se funde con las aguas heladas del Estrecho de Magallanes y el viento talla su carácter en cada árbol, roca y ola, se levanta un proyecto de conservación que busca dejar huella para las próximas generaciones. Allí, en Cabo Froward, la Fundación Rewilding Chile —heredera del legado de Tompkins Conservation— impulsa la creación de un nuevo Parque Nacional que no sólo resguardará uno de los territorios más remotos y prístinos de la Patagonia, sino que también se erigirá como símbolo de colaboración entre la sociedad civil, el Estado y la filantropía

En marzo de 2024, la fundación dio un paso histórico al reunirse con el presidente Gabriel Boric para presentar una propuesta concreta:donar 93.492 hectáreas en la península de Brunswick, sumando a ello la recategorización de terrenos fiscales cercanos, como el Bien Nacional Protegido Cabo Froward (9.888 ha) y el Batchelor (24.124 ha). “Queremos ver este rico territorio protegido bajo la categoría de parque nacional, considerando a todos los actores del territorio, incluyendo a las comunidades indígenas, porque este es un territorio ancestral Kawésqar”, expresó entonces Kristine Tompkins, presidenta del directorio de Rewilding Chile.

El compromiso inicial se vio reforzado meses después, cuando Rewilding Chile anunció la compra de Puerto Gallant, 33.810 hectáreas adicionales al sur de la península. “La suma de este predio a la creación del futuro Parque Nacional Cabo Froward es estratégica, porque nos permite avanzar hacia la meta de lograr continuidad territorial, en la categoría más alta de protección que existe en nuestra legislación, entre las propiedades donadas y los bienes públicos comprometidos por el Estado”, subrayó Carolina Morgado, directora ejecutiva de la fundación.

Puerto Gallant, un histórico fondeadero utilizado desde los tiempos de la navegación a vela, es hoy refugio para bosques subantárticos dominados por el ciprés de las Guaitecas y extensas turberas milenarias. Como el resto de Cabo Froward, es hábitat del huemul, especie en peligro de extinción, y conserva una profunda huella cultural: fue hogar de comunidades Kawésqar y escenario de actividades como la pesca artesanal, la industria ballenera y la explotación maderera. Para Kristine Tompkins, estas acciones son una respuesta a la urgencia ambiental: “La velocidad y la fuerza de la crisis climática y de la crisis de la extinción de especies exigen que volvamos a cambiar de táctica, y esta vez tiene que ser a gran escala. Los parques ofrecen refugio frente a estas crisis y sabemos que los ecosistemas pueden restaurarse en estos espacios. Y, lo que es muy importante, sabemos que cuando la gente vuelve a conectar con la naturaleza, se inspira para protegerla”.

Mientras los procesos administrativos avanzan, la fundación no ha esperado para actuar. Programas de restauración de bosque nativo, monitoreo de vida silvestre y expediciones marinas para muestrear biodiversidad se desarrollan en paralelo a alianzas estratégicas con instituciones como la Universidad de Magallanes y la Corporación Nacional Forestal (CONAF). Uno de los hitos recientes más relevantes es la firma de un convenio con CONAF para recuperar el bosque de ciprés de las Guaitecas en Cabo Froward. Durante una expedición a fines de agosto de 2024, equipos de Rewilding Chile, CONAF y el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) recolectaron estaquillas de esta especie para propagarlas en viveros de Punta Arenas y Puerto Natales.

“Este convenio representa la voluntad de la fundación de avanzar en conjunto con el sector público en acciones que contribuyan a la restauración y conservación de los ecosistemas de la región”, explicó Ingrid Espinoza, directora de Conservación. El director regional de CONAF, Mauricio Ruiz, destacó que esta colaboración “amplía los vínculos que ya mantenemos con Rewilding Chile, integrando nuestra labor de protección de ecosistemas boscosos con una visión más integral de conservación”.

Pero quizá el acontecimiento más emocionante en el terreno ha sido el hallazgo de una nueva subpoblación de huemules en la zona. Se estima que sólo quedan unos 1.500 ejemplares de esta especie entre Chile y Argentina, distribuidos en pequeños grupos fragmentados. Todo comenzó con el inusual avistamiento de un macho joven en la costa, lo que motivó expediciones conjuntas de Rewilding Chile y CONAF para investigar más a fondo. Las misiones revelaron la presencia de grupos familiares: hembras con crías, machos jóvenes y un dominante, todos en buen estado físico. “Nos sentimos profundamente afortunados de relevar esta información y constatar que los animales se observan en muy buen estado. El aislamiento natural de la zona ha sido, sin duda, un factor clave para su conservación”, comentó Miguel Lopetegui, guardaparque de CONAF.

Para Cristián Saucedo, director de Vida Silvestre de Rewilding Chile, estos encuentros confirman la urgencia de la iniciativa: “Estos hallazgos reafirman la necesidad de proyectar a Cabo Froward como un Parque Nacional que proteja el refugio más austral del huemul. La presencia de otras especies emblemáticas como el huillín y el puma refuerzan aún más la importancia de este territorio como un área clave para la conservación a gran escala”.

La propuesta del parque se inserta en una estrategia mayor: el Corredor Nacional del Huemul, que busca conectar y fortalecer las poblaciones de esta especie a lo largo de la Ruta de los Parques de la Patagonia, reduciendo amenazas, mejorando su conectividad y estableciendo un centro de rescate y rehabilitación. El territorio de Cabo Froward, como hábitat original más austral del huemul, es pieza clave de este corredor. Más allá de su fauna icónica, Cabo Froward es un reservorio de servicios ecosistémicos esenciales. Sus bosques y suelos absorben en promedio 521 toneladas de carbono por hectárea, y sus costas, de más de 40 kilómetros, están cubiertas de densos bosques de algas que protegen la línea de costa y alimentan una rica cadena trófica marina.

En estas aguas, donde se encuentran tres corrientes oceánicas, es posible avistar ballenas sei y jorobadas, delfines australes y pingüinos magallánicos, en un espectáculo natural que combina la fuerza del sur con su fragilidad. El proyecto también tiene un componente cultural y social ineludible. La fundación ha manifestado su intención de trabajar con las comunidades Kawésqar y otros actores locales para que la gestión del parque incorpore sus visiones, saberes y necesidades. De igual forma, reconoce el valor histórico de actividades como la pesca artesanal y plantea su protección en un marco de sostenibilidad.

En este sentido, el concepto de “valor compartido” que inspira a Rewilding Chile conecta de forma natural con el espíritu que promueve VC Magazine: acciones que generan beneficios tanto para la naturaleza como para la sociedad. La filantropía internacional y nacional que ha hecho posible la compra de tierras —con el apoyo de Tompkins Conservation y un grupo de donantes extranjeros y chilenos— se combina con el compromiso del Estado de aportar terrenos fiscales y asegurar su gestión a largo plazo. “Nos interesa estudiar y caracterizar un territorio de enorme valor sobre el cual se sabe poco, porque no ha sido investigado en forma sistemática. Para ello, hemos desplegado nuestros equipos para implementar programas de restauración y monitoreo de ecosistemas degradados de los bosques, turberas, vida silvestre y área marina, junto con acciones de resguardo de especies amenazadas”, enfatiza Carolina Morgado, Directora Ejecutiva de Rewilding Chile..

El futuro Parque Nacional Cabo Froward contribuirá además a las metas internacionales de conservación asumidas por Chile, como el compromiso 30×30 de la COP15, que busca proteger al menos el 30% de los ecosistemas terrestres y marinos al 2030. Con más de 127.000 hectáreas de territorio donado y la incorporación de áreas fiscales, esta nueva área protegida será un aporte significativo hacia esa meta.

En las palabras de Kristine Tompkins, el mensaje es claro y trasciende fronteras: “Cuando la gente vuelve a conectar con la naturaleza, se inspira para protegerla. Y protegerla, en este tiempo y lugar, es protegernos a nosotros mismos”.

Así, en el último confín del continente, se gesta un proyecto que no sólo resguardará un tesoro natural, sino que también demostrará que la cooperación entre sectores, la ciencia y el compromiso social pueden cambiar el curso de la historia ambiental de un país. Cabo Froward se prepara para ser mucho más que un punto en el mapa: será un refugio para la vida, un laboratorio vivo para la restauración y un símbolo de esperanza para las generaciones que vendrán.